Paisajes de la Memoria
Este cuerpo de trabajo explora la huella imborrable que deja la geografía en nuestras vidas: cómo los paisajes de nuestros lugares de origen perduran en la memoria, moldeando silenciosamente nuestro sentido de pertenencia, incluso cuando nos alejamos de casa. Cada pintura es una meditación sobre el lugar: no como coordenadas fijas, sino como un terreno emocional.
A través de capas de acrílico, represento escenas que se sienten a la vez específicas y universales: un parche de flores silvestres que evoca un prado de la infancia, una curva en un río que refleja una vista fugaz en una ciudad extranjera, una línea del horizonte que podría pertenecer a cualquier sitio o a ninguno.
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.120 X 90 Centímetros
Acrílico sobre lienzo.
2022
La botánica ancla estos paisajes. La flora que pinto—ya sean pastos nativos, enredaderas desordenadas o racimos de flores sin nombre—funciona como huella ecológica y como motivo poético. Estas plantas son humildes, a menudo ignoradas, pero laten con la vitalidad silenciosa de sus entornos.
No están idealizadas ni exotizadas; son decorativas en el mismo modo en que la memoria decora la realidad: suavizando bordes, difuminando estaciones, hilando fragmentos de “aquí” y “allá” en un solo tapiz.
Invito al espectador a recorrer estos paisajes pintados como si repisara sus propios lugares recordados. ¿Cómo es la luz de tu tierra? ¿Qué malezas han crecido tercamente junto a tu puerta? Estas obras no buscan replicar, sino resonar. Son una oda a los paisajes que llevamos dentro, y un diálogo silencioso entre la tierra que conocimos y los cielos que ahora perseguimos
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.120 X 90 Centímetros
Acrílico sobre lienzo.
2022
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.120 X 90 Centímetros
Acrílico sobre lienzo.
2024
Pararse frente a ellas es viajar sin moverse: es sentir cómo cada lugar que pisamos se convierte en parte de nuestra herencia humana, cosiéndonos a una tierra sin fronteras, donde las raíces no brotan del suelo, sino del acto compartido de respirar este mundo.
— Sofia Basto
